Son muchas las recetas que definen la identidad cordobesa. Cada región se permite hacer alarde de aquello que le tocó en suerte. Están quienes innovan y quienes se aferran. Dentro de este segundo grupo, de los que hacen de la tradición una aventura, está La Costanera, uno de los bastiones del alfajor histórico cordobés.
Sobrevivientes de mudanzas, crisis, cambios generacionales La Costanera hoy celebra orgullosa 96 años. Su fundador, Don Pedro Checchi llegó en barco desde su Italia natal y, dicen, que su primer contacto con el español fue a través de esta palabra. Fue tan honda esa marca que, cuatro generaciones después, aún sigue siendo parte del imaginario que forma la gastronomía local.
Alfajores, masas finas y secas, bizcochos salados, caramelos artesanales son alguno de los productos que ofrecen en su local actual, ubicado en Chacabuco 33. Pero sin dudas, la vedette es la colación, esos bocaditos rellenos con dulce de leche y cubierto por glasé cuya receta original proviene de las monjas que cocinaban para los religiosos y los alumnos internados en el Colegio Monserrat.
“Cuatro de cada diez alfajores que vendemos son las colaciones (en venta). Producimos de 60 a 100 kilos de alfajores por mes, depende de las ocasiones mas también. Todos los días elaboramos de todo”. Quien nos cuenta sobre cada producto de La Costanera es Fernando Evangelisti, bisnieto de Don Pedro. Junto a su hermano Daniel manejan hoy la empresa familiar. “Esto es el compromiso y amor por lo que uno hace, lo llevamos en el ADN. Ya de chicos y sin tener mucha conciencia consumíamos esto, los fines de semana con mis abuelos”.
La Costanera mantiene su espíritu clásico y tradicional. Fiel a su público no intenta innovar sino, por lo contrario, mantener intacto cada producto, desde la receta artesanal (sin aditivos ni conservantes) hasta el envoltorio. “Nuestra principal identidad es que vengas y encuentres los sabores de siempre. El público que viene es a buscar lo que ya sabe que acá va a encontrar”.
2 comentarios
Maravilloso! Desde hace 4 meses vivo en Córdoba a una cuadra. Siempre que pasaba por allí me inundaba la nostalgia del Mobiliario del local idéntico al almacén de ramos generales que mis abuelos tenían en paraje La Perla cercano a gral Levalle y Adelia María. Y sin saberlo un querido amigo estaba allí en la caja dónde fui a pagar las delicias que compré, Fernando Evangelisti. Los caminos de la vida…
Qué hermosos recuerdos Silvia, gracias por tu mensaje 🙂