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Una vuelta gastronómica por el Valle de Traslasierra

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Se acercan las vacaciones y el Valle de Traslasierra invita a conocer interesantes propuestas gastronómicas. Hicimos un listado de recomendados para salir a recorrer la zona y hacer paradas con sello local.

Parada 1: Ir con apetito a la feria gastronómica en Villa de las Rosas

Cada sábado, la plaza central se viste de fiesta. A las 10 de la mañana el ritmo del pueblo comienza a cambiar y se acelera hacia el mediodía. Músicos, productores, cocineros y feriantes dan la bienvenida  ofreciendo artesanías, cervezas de la zona, jugos y una variedad estupenda de comidas por probar. El calor de los fuegos y el aroma de las preparaciones se aprecian a una cuadra y todo se fusiona en aquel lugar. Paellas, comida mexicana, empanadas, comida árabe, quesos, embutidos, ensaladas, comida vegetariana y vegana son algunas de las opciones que ofrece esta colorida feria, que se mantiene abierta durante todo el año y en temporada turística también revive los jueves.

Parada 2: Recorrer la ruta de los vinos cordobeses

El Valle de Traslasierra suma cada vez más opciones de enoturismo, enfocado en la producción vinícola que invita a una experiencia de visitas guiadas con cata de vinos. Entre las más recomendadas del valle se encuentra Viarago, en Las Rosas, que ofrece un recorrido que comienza por el antiguo edificio y sus galerías, con piezas en exhibición de antiguas maquinarias vitivinícolas. La historia familiar de sus fundadores, el origen del nombre, un paseo por el muestrario del viñedo y la visita al antiguo sótano donde Alfonso elaboraba sus vinos, finaliza con la degustación.
También se pueden visitar otras bodegas como Noble de San Javier, Las Conanas, Aráoz de Lamadrid, La Matilde, Finca Las Breas, San Ramón y La Campiña.

Parada 3: Activar los sentidos con los aceites de oliva

Es el producto estrella en la zona. Para comprobarlo, solamente basta una visita a la fábrica y plantación de Ollium, un pequeño emprendimiento familiar en expansión que se convirtió en el principal de la región. Suele estar abierto al público y listo para saciar la intriga -y el paladar- de aquel que la visita. Además, sobre la ruta, muchísimos productores locales ofrecen aceites artesanales con olivas de sus propias producciones. Dato: si no llegan a pasar x la fábrica de Olium por sus horarios raros, los chicos de Aloe Almacén Natural (ubicado en las Tapias) tienen re buena selección de sus productos! Y es un bonus el campo de lavandas hermosas!

Parada 4: Conocer Peperina en La Población

Peperina es una visita obligada para quien recorra la zona. Situado en La Población Peperina es un restaurante multifacético rodeado de verde: vivero, estanques y carpas, su gran parque con frutales, un almacén con productos regionales, viñedos, un bar, una tienda de ropa y la casa de los antiguos caseros con una arquitectura única. La belleza del lugar y la ubicación con vista a las sierras grandes son el principal distintivo. Pero otro de los valores agregados es su cocina abierta, a la vista.
Nuestra preferencia se inclina por las hamburguesas, que tienen un tamaño monumental que da fuerzas para el viaje de vuelta.

Parada 5: Probar comida casera en Las Pircas

Las Pircas es un restaurante serrano en el paraje de Paso de las Tropas, en Nono. Se trata de una casa de familia donde te presentan un menú degustación de pasos y sabores genuinos de la cocina chuncana. No es fácil llegar a Las Pircas, son varios kilómetros en camino de tierra. Pero vale el viaje para conocer la cocina de María Beatriz Zamora y de su hijo Pablo y uno de sus platos más famosos: el chivito mamón, servido en una fuente con papas y horneado en una cocina a la leña antigua, de hierro y detalles de bronce. No hay carta, se elige un tipo de menú y se espera la llegada de fuentes y platitos: focaccia con uva chinche de la casa, escabeche de vincha, hongos de campo, pejerrey curado como arenque, jamón casero, soufflé de queso.

Parada 6: Conocer Bonzo, lo nuevo de La Población

Es una de las novedades del valle. Bonzo vino a irrumpir en el aire digno y centenario de La Población, el más tranquilo de los pueblos de Traslasierra. Frente al viejo correo, ocupa un predio de una hectárea y media que antes era “pura selva” y ahora tiene estacionamiento, un salón e techos altos y cocina a la vista, juegos para chicos y mesas en el jardín. La cocina pasea entre todas las influencias de los viajes de sus dueños y el sello de productos locales como la trucha, los aceite de oliva y la carta de vinos cordobeses. Algunos platos recomendados son los ñoquis soufflé de zapallo y calabaza en manteca de salvia con sésamo; la trucha de río con crema de vodka, alcaparras y risotto grillado; y la provoleta hilada al infiernillo.

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