fbpx

Bros Comedor: Una perlita escondida en la Docta

Compartí este artículo  

Basta con mirar la puntuación de plataformas como Tripadvisor o Google: de 110 opiniones, 100 les dan 5 estrellas y 8 le dan muy bueno. Excelente, genial, superador, exquisito, increíble, soñado, son algunos de los adjetivos que expresan los usuarios. Es que estos chicos la están rompiendo hace rato.

“Todo se dio muy rápido. Cuando uno abre un emprendimiento lo que más busca es tenerlo lleno. En ese sentido, en redes incentivamos a que opinen de nosotros porque es una forma semi anónima, te da una posibilidad como cliente de opinar y de nosotros enterarnos qué piensa la gente. Lograr visualización no es tan difícil, lo que es difícil es mantener esa visibilidad de manera positiva. Algo bien estaremos haciendo”, afirma Franco, uno de los dueños de Bros Comedor.

La historia es la siguiente: tres amigos como hermanos, un pueblo en el interior de Córdoba llamado Freyre, un puñado de ideas, un proyecto que dio inicio a lo que hoy es un Comedor. “Arrancamos siendo Bros Cocina Nómade, un servicio de catering chico (para entre seis y veintidós personas) en el cual llevábamos todo el restaurante a tu casa. Teníamos varias gamas de cenas con sus maridajes. Luego de varios eventos surgió la posibilidad de alquilar algo, la idea era hacer algo chiquito y sin pretensiones. Apareció este local, lo vinimos a ver y no pudimos evitar alquilarlo”.

Uno no llega de casualidad a Bros Comedor, tiene que saber a dónde va. Está ubicado en la calle 27 de Abril frente al Paseo Sobremonte. El local no tiene cartelería sobre la calle (un poco escondido, como si no quisiera ser visto y sí ser descubierto). Para ingresar hay que subir por una escalera hacia un primer piso.

Un mozo amable enseguida nos acomoda. Llama la atención la limpieza, los detalles austeros pero precisos y la buena iluminación. La música se escucha pero no aturde y nos ofrecen una carta de vinos (se puede pedir por copa) de etiquetas seleccionadas a la altura de la propuesta gastronómica.

La cocina está a la vista y trabaja como un reloj suizo (prolija, ordenada y sin demoras), la energía que sale de ella es calma y silenciosa. Exhibe algunas de las aromáticas o brotes que utilizan para las preparaciones en pequeñas macetas, ingredientes que mantendrán la frescura en cada plato.

Están atentos a los detalles: tiene un espíritu joven y eso se nota tanto en su atención como en su carta. Los mozos conocen cada plato y saben leer al comensal a la hora de recomendar.

“Somos un equipo de quince personas, trabajamos en dos turnos. Somos todos amigos y lo vivimos como familia. En ese sentido, trabajamos de una manera muy horizontal. Si bien hay quienes toman decisiones todo el tiempo estamos participando al equipo en los desarrollos. Nos parece una buena forma de crear algo genuino en el que todos podamos formar parte, además es un incentivo para el equipo el saber que tienen espacio para proponer ideas”.

La materia prima viene de distintas regiones y proponen ingredientes más exóticos y otros más autóctonos, combinando a la perfección el estilo street food con algo más clásico. Ofrecen platos chicos y medianos estilo tapeo, la idea es elegir variedad, compartir, degustar. “Lo que más nos gusta cuando cocinamos en la intimidad es llenar la mesa de platitos e ir comiendo, probando. Entonces quisimos proponer eso pero en un restaurante. Traer el tapeo español o el meze turco, armar una mesa familiar. Bajamos las pretensiones al máximo, por eso se llama Comedor y no Restaurant, que sea un lugar pensado para probar varias cosas y disfrutar de eso”.

Su carta utiliza productos de estación y tiene alrededor de dieciséis platos (con opciones vegetarianas, veganas y gluten free). Alguno recomendados son: berenjena agripicante, yogurt, chutney de dátiles, garbanzos fritos, hierbas; polenta blanca, champignones, manteca de miso y nueces; mbejú de pollo, palta, hojas verdes, pikles y chips de plátano; bondiola ahumada, salsa de manzana, hojas de radiccio y nueces y taquitos de pescado, guacamole, salsa macha, rabanito y cilantro. Entre sus postres se puede probar el Bros Affogatto (postre italiano a base de café) y el cremoso de chocolate blanco, yogurt, ciruelas y sésamo.

“El estilo de cocina se fue dando naturalmente, siempre mirando lo que come la gente en la calle (el street food). Hay similitudes en todo el mundo, las formas de comer son similares, después van cambiando los ingredientes. Después fue el por qué no podemos mezclar un aderezo chino con una milanesa de pollo o un escalope con un relish de pepino americano. Todo eso genera capas o la multiplicidad de texturas dentro de un plato. No me gustan las cosas planas y, justamente, la suma de influencias me ayudaban para eso. Partimos desde el producto, si es el momento del choclo o del esparrago, vemos qué diferentes maneras hay de tratarlo y desde ahí terminamos en el plato”.

Todos estamos hablando de lo mismo. La textura, la composición, la calidad de los productos, las temperaturas, los colores, la presentación (ni siquiera ahí fallan!) y su vajilla.

Porque Bros Comedor se arriesgan y saben jugar: puntos de cocción, picante con agridulce, crocante con cremoso, combinaciones que logran sabores únicos que explotan en la boca. Todas las recetas llevan una vuelta de tuerca y dan ganas volver a probar todos los platos.

Podés escuchar la columna que hicimos sobre este tema con Notify acá:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *