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Don Rogelio: Tradición en Cada Plato

En una esquina pintoresca de barrio Rogelio Martinez funciona, hace casi 30 años, una de esas fondas clásicas que vale la pena conocer.

Ubicado en Félix Olmedo y José Miralla, Don Rogelio fue fundado en 1996 por los hermanos José y Emiliano Schiavoni. Su carta es amplia y recorre clásicos, como las pastas, minutas y carnes a la parrilla, y otros con una vuelta más gourmet, como el carpaccio de entrada o la trucha a la manteca negra con alcaparras con papas noisette (sugerencia del chef).

Mesitas con sombra de toldos y el aire fresco que llega de alguna plaza del barrio o de las arboledas de ciudad universitaria. Adentro, una pared intervenida con bandejas de plata antiguas al mejor estilo casa de alguna abuela, mesas con manteles marrones y otros color crema, la pizarra de fondo con sugerencias del chef.

La atención desde el minuto 1 fue excelente. Nos recibieron con la clásica bandeja de pan y grisines y el paté. Se puede arrancar con un Aperol Spritz (aperol, espumante, rodajas de naranja, soda), vermút o vino por copa. También sirven limonadas y cervezas.

La carta de entradas fue otra grata sorpresa: empanadas caseras (y fritas!), provoleta a la chapa, rabas a la marinera, salame y queso de campo, cazuela de pasta de roquefort o tabla de fiambres y quesos.

Una vez inmersos en ese universo de comida casera pasamos a los principales:
Entraña a la parrilla con batatas, hojas verdes y salsa pico de gallo, milanesa napolitana con fritas y ravioles caseros con filet y crema. La carta es amplísima y ofrece también bife de chorizo con puerro salteado con papas fritas, bondiola de cerdo con salsa de mostaza y miel sobre batatas, matambre a la cazadora braseado en hongos con papas, filet de Pacú con mix de hojas verdes, semillas tostadas y tomates secos y lasagna Don Rogelio, entre otros.

Pasamos a los postres: desde el clásico flan con dulce de leche y crema, los higos en almíbar con queso fresco o el bombón escocés hasta aquellas herencias españolas/italianas: crema catalana o tiramisú.

Los platos son abundantes y si se arranca por la entrada hasta se pueden compartir. Los precios son accesibles y el lugar invita a sentarse en familia, comer casero y regresar muy pronto para seguir explorando.

 

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